martes, 22 de julio de 2014

El Yerno

EL NUEVO YERNO

Un muchacho, llamó a la  puerta de la casa de su novia. Tuvo el tino de abrir el padre de la  muchacha

- ¿Qué desea, joven?

- Pues, verá usted, vengo a  hablar con usted.

- Bueno, pues, pase joven, vayamos a la sala y  ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo.
¿Y bien?

El joven,  todo decisión, respondió:

- Mire usted, vengo a comunicarle que a  su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas, nos queremos  casar.

El señor sonrió.

- Pues está muy bien eso de que se  casen, pero cuénteme, muchacho, ¿ya cuenta con un salario digno para poder  sustentar a mi hija y los hijos que vengan?

El joven, con todo el  aplomo del mundo, contestó:

- Mire, aunque soy Ingeniero titulado,  no gano mucho. Sin embargo, su hija me ha comunicado lo que ganan su  distinguida esposa y usted. Por lo cual, confío en tener una pequeña ayuda  de ustedes para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y el  supermercado.

Un poco sorprendido por la respuesta, el padre, hizo  otra pregunta:

- Bueno, ¿y piensan comprar un apartamento o una  casa? ¿O prefieren alquilar..?

El joven, con mirada inocente,  contestó:

- Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir  viviendo, hemos pensado que, como esta casa es muy grande y pueden vivir  perfectamente dos matrimonios, no es necesario comprar o alquilar  apartamento o casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes.

El  señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el  interrogatorio:

- Dígame algo, ¿tiene automóvil?

El  joven, sonriendo, respondió:

- Mire, no tengo coche porque he  estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más.  Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir  otro.

En ese instante, entró en la sala la madre de la novia,  quien, mirando primero al joven y luego a su esposo, preguntó cordialmente:

- ¿Se puede saber de qué hablais?

El esposo  respondió:

- Querida mía, qué alegria que llegas; quiero presentarte  al Señor Árbitro, quien pretende ser el futuro marido de nuestra  hija..

El joven, desconcertado y molesto, inquirió:

- Oiga,  ¿por qué me llama Señor Árbitro?

A lo que el presunto suegro  contesta:

-Y bueno, hijo de puta, ¿cómo demonios  quieres que te llame si hasta ahora lo único que vas a poner en esta casa es el pito?